viernes, junio 01, 2018

Novela

Por Miriam Badillo



Me falta imaginación. No soy buena inventando historias. Sé mirar a la gente porque me aterra. No sé cómo acercarme, no sé qué decir, no sé cómo establecer lazos, no sé cómo expresar calidez, no sé cómo hacer que los demás se sientan cómodos en mi proximidad. No sé cómo entablar conversaciones que desemboquen en intimidad, amistad, complicidad, sin sentir que no soy yo la que habla, sin sentir que nunca logro decir lo que realmente quería decir. No sé cómo hacer amigos. No sé cómo hice los que tengo ahora. No sé cómo no sentirme ajena y ansiosa cuando debo participar en alguna reunión, cómo no sentir que me gustaría estar siempre en otro lugar, que desearía salir huyendo sin que nadie se dé cuenta. No sé cómo romper el hielo. Me gusta llegar a todas partes con anticipación, que nadie me vea entrar, no me gusta perturbar a nadie. No me gusta llegar tarde a los conciertos, al cine, a las clases. No me gusta pasar por delante de quienes ya están instalados, no me gusta interrumpir cuando alguien ya ha empezado a hablar, no me gusta cruzar un salón en busca de un asiento vacío. No me acerco, pero miro. Sé mirar y sé escuchar. Pero para escribir esto tengo que salir de mí misma, tengo que crear un personaje y hacer que viva y actúe en el mundo, que haga cosas. Necesito que pasen cosas para él, para el personaje. Necesito una trama, un argumento, un misterio.  

 






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