sábado, abril 07, 2012

Carta de amor

Por Miriam Badillo


Mi Beatriz ignota:



    No sé si algún día habré de conocerte. Desde que empecé a desear tu aparición o siquiera tu existencia, me he equivocado algunas veces. Creí que eras tú, pero no fue así. Te sigo esperando.  No me atrevería a buscarte, ¿cómo podría hacerlo? Desconozco tus rasgos, tu estatura, tus colores, las notas de tu aroma. Desconozco las tonalidades de tu voz, los altibajos de tu ánimo, las ondulaciones de tu pensamiento. Desconozco la vida que has llevado hasta hoy, las historias de tu infancia o de tu juventud (¿cómo saber si eres joven o no?). Desconozco los viajes que has hecho, las ciudades que has andado, los paisajes que te han conmovido. Desconozco los gustos que delinean tu personalidad: tus colores favoritos, los olores que te atraen, los sonidos que te aíslan. Desconozco tus defectos, (¿pero qué es un defecto?). Desconozco los amores que has tenido, las heridas sin sanar que te han dejado, las cicatrices, las alegrías, todo lo que has aprendido o desaprendido con ellos. Desconozco si en este momento preciso de tu vida estás enamorada.  Desconozco los recovecos de tu placer. No sé como habré de tocarte, como habré de aproximarme a tu cuerpo. No sé si tendrás una cabellera larga de la cual pueda afianzarme, con la cual pueda cubrir mi rostro y cepillarla de vez en vez. No sé si tendrás el cabello corto con el que me harás cosquillas tallándolo contra mi cuello. No sé si tus ojos serán implacablemente grandes o pequeños y orgullosos; ¿tendrás ojos color dulce de leche o chocolate amargo? No sé si tendrás manos de dedos largos y uñas esmaltadas o dedos levemente crespos con uñas que rebajas a mordiscos. No sé de qué forma podrían acariciarme. No sé si tendrás una boca de labios esbeltos teñidos de rojo o una boca espesa, palo de rosa. No sé de qué forma podría besarme.
Desconozco tus maneras de hacer daño, tus viejos rencores, tus cuentas pendientes, la razón de tus insomnios, de tus lágrimas nocturnas.
Desconozco si ríes con frecuencia o sonríes sólo a veces por razones misteriosas.
No sé si algún día pueda ingresar a la habitación que imagino llena de sedas, terciopelos y toda clase de adornos donde te recuestas a descansar un poco del mundo, alejarte de sus ruidos, de su fluir desesperado y ciego. En realidad, no importa si no puedo entrar. Me conformaría con tener derecho a esperar, con algo de apremio, a que salieras.   
   
                                                                                                                                    Dante  

This page is powered by Blogger. Isn't yours?