martes, septiembre 18, 2007


Malas artes del consuelo....Por Miriam Badillo.......Pour l’ange de l’absence


Me afano en encontrar las claves perfectas, y devenir críptica y distante con la finalidad de evocar todo lo contrario: claridad y cercanía. Hacerlo sin que lo parezca, sin que mis palabras pierdan pie en donde no hay eco sino desaliento. Ensayo una y otra vez con el lenguaje, con sus figuras que me permiten construir frases artificiosamente para curarme de no decir con simpleza lo que de verdad quiero decir, lo que necesito. Cuesta porque para mi la transparencia y la sencillez son las dimensiones más valiosas y deseadas. Es difícil porque el artificio no permite profundidad, es más bien un recurso de subsistencia, de la razón que se resiste a perder su preeminencia, su potencia axial. Se puede ensayar y decir algunas frases que algo tengan que ver no con el artilugio sino con la poesía o la música, lenguajes cifrados también pero cuyos secretos no poseo. ¿Me bastará con evocar la imagen de un paisaje apenas explorado pero que me niego a perder en la vaguedad del recuerdo, de la fragilidad de la memoria? ¿Bastará con intentar escribir sobre ello? Recordar la experiencia de sus curvaturas, sus texturas, sus formas, sus sonidos. Buscar dentro de mí los detalles que si conocí, inventar los que no conoceré. Escapar a la recurrencia de las escenas que le son caras al deseo para recuperar muchas otras que le son indispensables al equilibrio. Mirar de lejos con catalejos y evitar el peligro, descubrir sus otras bellezas a través de un telescopio. Recorrer con lentitud el paisaje entero, admirarlo, dejarlo ser, verlo desplegarse anónimo e inconsciente, libre. Si se siente observado sus colores cambian, su temperatura varía, sus movimientos se modifican. Se puede contrastar entonces con el recuerdo de su proximidad, cuando era parte de ti y solo lo veías de cerca y entonces el tacto, el olfato, el gusto, el oído parecían importar más que la mirada. Tienes la oportunidad de aprenderlo de un modo distinto, entonces puedes apreciar el ritmo en la suma de sus movimientos, el conjunto de sus colores y la armonía entre ellos, la proporción perfecta de todas sus zonas. Diferente era conocerlo al centímetro, intentar poseer todos sus sabores, diferenciar con facilidad la suavidad o la aspereza de sus rincones, las tonalidades de los sonidos, casi siempre suaves, melódicos, felices y a veces sombríos y angustiados.
Hay un antes y un ahora (duele cuando el tiempo se divide), pero ambos se conectan por el hilo misterioso de una sola sensación: un encuentro que no cesa. Un pensamiento que se alarga más allá del filoso y persistente dolorcito de la ausencia, mucho más allá de l’ange de l'absence.

Ilustrado con: "La tristesse du roi" de Henri Matisse


viernes, septiembre 14, 2007

Alucinaciones. Fragmento III.

......................................Para la gaviota-halcón que vive en mí.

Texto y foto por Miriam Badillo


En el medio de la noche ella despierta y se da cuenta de que sí es posible. Las imágenes están nítidas, vivas. Todo lo que él le ha contado, sus recuerdos, sus instantes decisivos, los tiene dentro de sí, como si fueran suyos. La recorre un temblor de alegría, una alegría sutil, simple pero honda, una alegría que tiende sus raíces en un pasado ajeno que ahora le pertenece misteriosamente. Sí, sí es posible.
Las fotografías, las palabras, los objetos son materia líquida que ellos beben el uno en el otro, se contagian sensaciones, secretos que permanecen secreto, dulzuras, calores insolentes que recorren el cuerpo, ahogando la respiración, entrecortándola. Una proximidad de las geografías interiores, la conjunción de las intuiciones sobre la inmensidad de los cielos descubiertos y compartidos, una lejanía de los cuerpos…pero eso es solo una circunstancia, poco importa.
Hay dos historias divergentes, la experiencia del mundo en ausencia el uno del otro, pero el encuentro lo trastorna todo, juega con el tiempo y el espacio a su antojo. El encuentro determina, es el principio de la llave y la cerradura, la lógica loca de los pesados vuelos de una nave metálica que invoca aquellos que permanecen sencillos y transparentes, suaves e inimitables, los de las aves.


lunes, septiembre 10, 2007

Alucinaciones. Fragmento II.
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Texto y foto por Miriam Badillo
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La palabra prohibida cuando se juega ajedrez es ajedrez. La palabra prohibida aquí no la diré por supuesto. Que baste con saber lo que entraña, lo que provoca, lo que complace y lo que duele. Siempre habrá quien escriba sobre ello porque siempre habrá quien lo experimente, quien lo viva y entonces le parezca imprescindible dedicarle horas enteras de su pensamiento pero sobre todo horas enteras de su desconsuelo, de su desconcierto, de su incapacidad para comprender lo que le ocurre y sentirse atrapado por una necesidad de hacer, de no pensar sino sentir, de actuar sin cesar para bien o para mal. Saberse sin razón ni equilibrio, más bien presa de un extraño accidente que lo precipita escaleras abajo y le rompe los huesos, la boca y le llena la ropa y las manos de sangre. Entregarse a una multitud de diminutos fragmentos de tiempo perdido en vaguedades, en reconstrucción viciosa de imágenes y sensaciones, en volcaduras de las entrañas, en juegos y fantasías sobre una realidad ideal y por entero placentera, gozosa, voluptuosa pero imposible. Cubrirse la cara con el cabello, cerrar los ojos, entreabrir los labios, esperando, esperando sabe Dios qué.

miércoles, septiembre 05, 2007

Una hoja

Fotografía de Gerardo Alcalá
Texto de Miriam Badillo




Es solo una hoja.


Pero para saberlo con certeza era necesario acercarse. Y al hacerlo nos enteramos de algo más. Es una hoja pero tiene un cuerpo (sus formas únicas) y una piel (como si de diminutos cristales estuviera hecha). Es una hoja y solo hacia falta acercarse a ella y aquí está.




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