jueves, septiembre 21, 2006

Un barco me espera, brevísimo fragmento.
Por Alejandra Brooks
Escribes muy bien, le decía Lucas. Escribir ¿qué extraña cosa era aquella? Leer libros y soñar con escribirlos, a eso dedicó muchas horas de su niñez. Parece que algunos nacen para eso, una vocación que existe en el mundo y que puede ser profesión, oficio, ocupación, juego, divertimento y hasta hobby, fatalidad, pasión destructiva, catalizador de mediocridades o genialidades, mucho tiempo consumido en amores con el lenguaje, en intuiciones, relampagueos de comprensión de algunos aspectos de la vida, de ansia comunicativa. De palabras auto poseídas y que nos poseen casi por añadidura a los que nos dejamos y gozamos anónimamente en bibliotecas, salas, habitaciones, parques, trenes, barcos, aviones, vagones de metro, librerías y luego, un día se nos ocurre tratar de poseerlas escribiéndolas, atrapándolas, persiguiéndolas y cazándolas con redes para mariposas. Las empapamos de la vida que miramos, tocamos, olemos, inventamos y pensamos y entonces son instrumento también, son medio, ellas nos permiten involucrarnos con lo que ocurre y se conservan bellas, hermosas, autosuficientes, entrelazándose en la pluma del gran revelador, de su servidor máximo, del poeta.
Escribe, le decía Lucas, te sale como manantial. Y ella dudaba:¿ y si lo que le gusta no es lo que escribo, sino que sea él el destinatario? ¿y si el amor me ha hecho desvirtuar, desviar, comprometer la posibilidad de encontrarme con mi palabra, con la palabra? ¿Si no son más que ejercicios de la autocomplacencia? Después de todo la vida en la que quiero incidir, el destino que quiero trastocar, el compromiso que quiero asumir involucra el arriesgue del cuerpo más que estos desvelos, desvaríos y preguntas sin respuesta.
Su fugaz participación en grupos de activismo universitario le había dejado casi siempre una profunda debilidad, un mar de lágrimas y una clara evidencia de su carácter más bien literario. Entonces la escritura para comprender, para dar testimonio, para construir la memoria.

miércoles, septiembre 13, 2006

Foto y texto por Miriam Badillo

Ella sueña que cae. Pero quién ¿la muñeca o la niña? Tal vez ambas, al unísono, llegarán a un lugar en el que vivirán juntas, para siempre. Un lugar secreto que se creerá desaparecido en el recuerdo, con los años, con la vida y sus desatinos. Solo míralas ser felices por este ahora, que en la imagen durara una pequeña eternidad.

"Cuatro de julio en Estados Unidos"
Foto por Christopher Divine

"Quatre juillet aux États-Unis"

Photo par Christopher Divine



viernes, septiembre 01, 2006

Enrique Juárez nomás jugando con su flash.


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