miércoles, diciembre 07, 2011
De insomnios y detectives
Por Miriam Badillo
¿Por qué será? Amo la lectura, pero las noches que amenazan con desgarrarse sólo pueden ser remendadas con detectives y misterios. Es lo único que me calma los nervios, las angustias. Sherlock Holmes acompañó largas horas de mi adolescencia. Poirot me ha visitado algunas veces en las imágenes de una serie de televisión y me ha acariciado el cabello con paciencia. Por ahora, el padre Brown hace lo propio con su pequeño cuerpo y su candorosa inteligencia. Siempre pasa igual, enciendo la lámpara, estoy por retomar la lectura en turno y sé que no podré hacerlo; doy un salto y busco en el librero, eso es lo que necesito, eso y nada más, sólo con eso voy a poder olvidarme de lo que me atraviesa el pecho y tal vez dormir. ¿Por qué será? No lo sé, pero me alegra tener este bálsamo mágico ahí, conmigo. Me lo bebo, puedo descansar.
Y que tal el Chevalier Auguste Dupin? Es que él no se aparece por las noches?
Ese bálsamo mágico me recordó el remedio que guardo en la cajita de aluminio repujado que olvidé conscientemente en algún rincón.
Me encontré con "el ladrón caballero". Aunque adiviné el desenlace del primer capitulo antes de tiempo, la historia me despojó de una sonrisa. En respuesta hurté un fragmento para mi cuaderno de frases favoritas:
"¿Por qué habría de tener yo una apariencia definida? ¿Por qué no evitar ese peligro de una personalidad siempre idéntica?"
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