viernes, diciembre 08, 2006

Desde Budapest

Budapest me recibio esta magnana otorgandome una certeza: las ciudades siguen siendo hermosas. Me regalo la vision de un castillo que emergia y se escondia en medio de la bruma, para llegar a el, como hispnotizada, debi cruzar un puente, uno de los siete que cruyan el Danubio, rio que separa Buda de Pest, unificadas en el siglo XIX apenas. Las ciudades siguen siendo hermosas y sobreviven a los regimenes politicos, se nutren a si mismas, son insaciables, voraces, nos enguyen.
Praga me envolvia, me cobijaba, me asfixiaba de a ratos, era un laberinto donde jamas puede orientarme, Budapest es una ciudad abierta, amplia, aerea. Estare solo dos dias mas aqui y por el momento, como siempre hago al principio, solo atisbo, intuyo, miro. Hay castillos, puentes, iglesias, estatuas, plazas, ya los mirare y recordare. Por el momento solo quiero contar esto, por ejemplo mi fascinacion por el Metro, uno de los mas antiguos del mundo, cuyos vagones recuerdan mas a viejisimos trenes de laton pintado z que en el camino para llegar hasta aqui aparecio, como siempre, un personaje con quien conversar: un chavo argentino de unos 23 agnos, Martin, que vino a Europa porque no sabia muy bien que hacer de su vida, que estudiar o que no estudiar, lleva un agno y medio por estos sitios de Dios. Sigue sin saber que hara hoy o magnana o el ango proximo cuando vuelva a Baires a finales de enero. Un chico de Banfield pasando frios en la Europa del Este, aunque bebiendo mucha y muy buena cerveza, que no es poca cosa.

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